No comimos el menú degustación, por lo que no puedo opinar sobre el mismo.
Como local, está alejado del bullicio del centro, aunque en una zona que por la noche, más que tranquila está desierta. Está bien diseñado y es cómodo y luminoso. Aunque no tiene mucho personal, se presta buena atención al cliente, aunque el hecho de que hubiera ocupadas sólo tres mesas, puede influir mucho en este punto.<
Buena vajilla, cubertería y cristalería. Mucha limpieza y servicios correctos y bien dotados.
Una cerveza bien fría y un Tío Pepe fresco, pero no frío, fueron el preludio de la cena. Poco Jerez en bodega.
Pasando a la cena en sí, se inició con unos entrantes consistentes en crujiente de queso y croqueta bien hechos y presentados. Aceptable bodega. Malo en el tema de pan (Minichapata de mediocre calidad).
Como primer plato pedimos un foie a la plancha con puerros pochados y reducción de vinos dulces. Bien logrado, sabroso y con buena integración del puerro. Sobraba tanta cantidad de grasa del hígado en el plato, aunque se integraba bien en el diseño final del mismo.
Solomillo de ternera con foie y torta del Casar. Buen punto, correcto en su elaboración pero echamos de menos un mejor aprovechamiento de los productos. Las patatas fritas eran muy normales y los pimientos asados que acompañaban estaban muy bien hechos.
Paletilla de cabrito al horno. Correcta sin más. No decía nada y también se le podría haber sacado mucho más aprovechamiento. El mismo acompañamiento de patatas y pimientos asados, con lo que reiteramos lo expuesto anteriormente.
Los postres. De lejos, lo mejor. El crujiente de chocolate con helado de mandarina, que llevaba un par de bricks de chocolate negro (80%) pero sin amargor ni exceso de dulce, se complementaba perfectamente con el helado de mandarina y con la rejilla de caramelo y las lascas de chocolate que acompañaban. El sorbete de mandarina estaba correcto, aunque se echaba de menos un mayor sabor a cítrico.
Acompañamos la cena con un tinto de la Tierra de Extremadura, un Xentia del 09, Combinó muy bien con todos los platos.
En una charla final con Javier Martín, tras comentar la anterior visita un par de meses antes de varios miembros del grupo, le expuse mi manía de pedir a los cocineros de la mayor parte de los restaurantes a los que acudo que elaboren un menú degustación de platos típicos de la tierra, porque al final resulta que la mayor plasticidad y adaptabilidad de los productos del mar terminan configurando menús muy parecidos en todos los sitios, que sólo varían en el uso de las especias y verduras con las que cada cocinero tiene mejor manejo o ha investigado más. La respuesta no fue la de poner excusas, lo cual me dejó agradablemente sorprendido, sino la de manifestar que la semana próxima modificaban los menús y, con motivo de la capitalidad española de la gastronomía de Cáceres en el 2.015, uno de ellos iba a ser un monográfico de la tierra. Esperamos que algún compañero acuda durante estos próximos meses y nos cuente cómo ha ido la experiencia en ese sentido.
José María Rosso López